EL PALACIO DE CARLOS V

Stephanie G. Colon Fonseca, Tania Ojeda Maldonado y Tanyshka N. Mercado Medina 




El Palacio Imperial de Carlos V, construido entre el 1527 y 1557, fue la única obra del pintor y arquitecto Pedro Machuca. Catalogado como un edificio renacentista, su construcción fue encargada por el emperador Carlos V, sirviendo como residencia en la Alhambra de Granada, reflejando el poderío y prestigio del emperador.

Se puede definir que el estilo que guarda este palacio es romano por su carácter circular en la planta inscrito en un cuadrado, demostrando que hubo una firme voluntad de expresar la arquitectura del renacimiento italiano. Este diseño se adorna de paisajes exquisitos de la Alhambra, con una vista panorámica por su diseño y patio circular, buscando la proporción y simetría, la armonía del pensamiento pitagórico. Del patio parten las dependencias laterales y en los espacios formados por la intersección del cuadrado y el circulo se sitúan las escaleras, a excepción del sector noreste.

El Palacio de Carlos V se ideó como símbolo de la paz mundial, un nuevo orden en el que la guerra queda abolida por su fuerte componente geométrico. La obra se inició en 1527, pero enfrentó múltiples desafíos. La falta de recursos y la complejidad del proyecto llevaron a retrasos significativos. A pesar de estos obstáculos, el palacio fue finalmente completado en 1557, aunque algunas partes del diseño original se modificaron a lo largo del tiempo. La influencia de la arquitectura renacentista italiana es evidente, y el palacio se convirtió en un símbolo del Renacimiento en España. Su fascinante diseño se caracteriza por su patio circular, patio central rodeado por un pórtico con columnas dóricas que crean un efecto visual impresionante. Este diseño circular contrasta con la planta cuadrada del edificio, lo que da un carácter único y representa una de sus particularidades. Su fachada está repleta de piedra, una combinación de arcos de medio punto y ventanas de diferentes tamaños, aportando dinamismo y elegancia. La simetría y la proporción son fundamentales en el diseño, reflejando los ideales renacentistas de belleza y armonía.


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